lunes, 13 de febrero de 2017

Reseña: Jane Eyre de Charlotte Brontë





Título: Jane Eyre
Autor: Charlotte Brontë
Editorial: Alba
Género: Clásico lit inglesa
Núm págs: 696

Sinopsis
De Jane Eyre (1847), ciertamente una de las novelas más exitosas de estos dos últimos siglos, solemos conservar la imagen ultrarromántica de una azarosa historia de amor entre una institutriz pobre y su rico e imponente patrón, todo en el marco truculento y misterioso de una fantasmagoría gótica. Y olvidarnos que, antes y después de la relación central con el abismal, sardónico y volcánico señor Rochester, Jane Eyre tiene otras relaciones, otras historias: episodios escalofriantes de una infancia tan maltratada como rebelde, años de enfermedad y arduo aprendizaje en un tétrico internado, estaciones de penuria y renuncia en la más absoluta desolación física y moral, inesperados golpes de fortuna, e incluso remansos de paz familiar y nuevas —aunque engañosas— proposiciones de matrimonio. Olvidamos, en fin, que la novela es todo un libro de la vida, una confesión certera y severísima —rotundamente crítica— de un completo itinerario espiritual, y una exhaustiva ilustración de la lucha entre conciencia y sentimiento, entre principios y deseos, entre legitimidad y carácter, de una heroína que es la "llama cautiva" entre los extremos que forman su naturaleza.
Carmen Martín Gaite ha rescatado el vigor, la riqueza y la naturalidad expresiva de un texto un tanto desvirtuado por la popularidad de sus múltiples versiones. Gracias a su traducción, hecha ex profeso para esta edición, quien creyera conocer esta novela, al leerla de nuevo, más que recordarla, la descubrirá.

Opinión

El pasado mes de enero decidimos optar por algo distinto en el Club de lectura del que formo parte y la idea de un clásico se fue imponiendo, siendo Jane Eyre la elegida.  


Ver como compañeras que nunca lo habían leído se acercaban a el  y otras descubrían que los clásicos no son tan temibles (o por lo menos no todos) ha hecho de esta, una experiencia maravillosa.  De nuevo he de dar las gracias a todas ellas por hacerme pasar unas horas tan gratas.  Aquí podréis leer sus reseñas, bajo el banner de la lectura.

Jane Eyre lo leí por primera vez mas o menos con dieciséis años, en la época en la que me dio por su compañera Cumbres borrascosas, algunos de Jane Austen y libros que tenía por casa de amores torturados.  Mi primera edición estaba ya tan hecha polvo que, cuando salió esta de Alba traducida por Martín Gaite, mi hermana me la regaló por un cumpleaños.  Desde entonces la guardo como uno de mis mayores tesoros.

Esta siempre ha sido una de mis historias favoritas por muchas razones, su narración es una de ellas.  La autora distingue claramente tres momentos de la historia, no solo por la trama.  El modo de narrar es diferente, los paisajes, el tono, los colores, las palabras, el ambiente.  Es todo tan claro que uno puede abrir el libro y saber, con un párrafo que lea, donde está, cómo se siente la protagonista  y si su corazón ha sido dañado ya.  Esa es una de mis cosas favoritas de la novela, ese uso de paisajes y ambientes tan de la época y que Charlotte Brontë usa de esa manera especial.


Dicen que la novela es profundamente feminista, algo que sorprende a mucha gente por el año en que fue escrita,  pero por mi parte nunca he pensado en la novela en esos términos.  No soy de poner ese tipo de etiquetas a los libros, aunque entiendo que la vean así ya que siempre me ha parecido que apostaba por la libertad del ser humano (aunque si lo piensas bien, al fin y al cabo el feminismo ¿no acaba siendo eso? libertad e igualdad).  Jane busca ser libre, ser valorada por si misma, por su mente y Rochester, quiere un igual al que poder amar sin esos adornos propios de una sociedad, que valora más lo superfluo que otra cosa.  Siempre sentí a ambos como dos seres atrapados, sin importar su sexo. 

Jane y Rochester son dos personajes complejos, no son perfectos ni hermosos.  La autora no nos presenta prototipos ideales a los que adorar.  Ella a veces es pelín soberbia, sabe de su inferioridad en cuanto  a belleza, pero no se corta a la hora de jactarse de su superioridad intelectual (a veces, algunas cosas que dice me parecían incluso prepotentes, pese a tener razón).  Rochester no es ese hombre encantador de maneras educadas, a veces es realmente desagradable con ella, pero es esto lo que le hace auténtico.  
Son dos personas que confían la una en la otra, que saben que esa confianza es lo que necesitan  y que un halago falso romperá lo conseguido. Incluso la declaración de Rochester, dentro de su poesía, carece de ese apasionamiento que muchas lectoras pueden buscar.  Él simplemente la necesita, ha llegado a sentirse tan cerca de ella como igual, alguien con quien puede ser él mismo que teme desaparecer si ella se va.  No hay explosiones pasionales, ni nada de eso, simplemente sentimientos tranquilos y ciertos. 

Releerla con el paso de los años te da una visión distinta, ves cosas que antes se te escapaban, o las ves de otro modo.  Los clásicos tienen ese efecto, supongo.  Lo que antes te parecía el colmo del romanticismo ahora lo ves como algo mas sereno, mas asentado.  La historia de Rochester toma otra dimensión y quizá entiendes el trasfondo de otro modo, lo que implicaba socialmente, la crítica que había detrás.
Del mismo modo, aprecias las diferencias entre Jane y su primo, sus caracteres aparentemente parecidos y tan diferentes en el fondo.  La capacidad de perdonar de una y el fanatismo del otro.  La importancia de la religión en la novela frente a la importancia del ser humano.
Te das cuenta de los destinos opuestos que guarda a las primas de la protagonista, a las primas Reed que participaron en su torturada niñez y a las nuevas que dieron luz a su vida.  Son dos destinos distintos, atados en cierto modo a las normas sociales pero con finales opuestos.  Algo que da que pensar sobre la intención final de la autora.  

Desde luego, Jane Eyre conviene revisarla de vez en cuando, no dejarla en la estantería solo como una “bonita historia de amor”, hay más, mucho más en sus páginas.  Las Brontë eran mujeres peculiares y eso se refleja en cada una de sus historias.  Estas, al igual que sus vidas, no son sencillas.

Siempre recomendaré esta novela.  Y claro, siempre recomendaré un clásico.

Estantes de papel