Autor: María Dueñas
Editorial: Planeta
Páginas: 544
Sinopsis
Nada hacía suponer a Mauro Larrea que la fortuna que levantó
tras años de tesón y arrojo se le derrumbaría con un estrepitoso revés. Ahogado
por las deudas y la incertidumbre, apuesta sus últimos recursos en una
temeraria jugada que abre ante él la oportunidad de resurgir. Hasta que la
perturbadora Soledad Montalvo, esposa de un marchante de vinos londinense,
entra en su vida envuelta en claroscuros para arrastrarle a un porvenir que
jamás sospechó. De la joven república mexicana a la espléndida Habana colonial;
de las Antillas al Jerez de la segunda mitad del XIX, cuando el comercio de sus
vinos con Inglaterra convirtió la ciudad andaluza en un enclave cosmopolita y
legendario. Por todos estos escenarios transita La Templanza, una novela que
habla de glorias y derrotas, de minas de plata, intrigas de familia, viñas,
bodegas y ciudades soberbias cuyo esplendor se desvaneció en el tiempo. Una
historia de coraje ante las adversidades y de un destino alterado para siempre
por la fuerza de una pasión.
Opinión
Esta es la segunda novela que leo de María Dueñas, la
segunda que publicó (“Misión olvido”) aun la tengo pendiente. Como a mucha gente, “El tiempo ente costuras”
me gustó mucho y sin ser una novela redonda, cumplía su función de una manera
más que correcta.
“La Templanza” tenía una sinopsis que me llamaba la atención
y aunque tras leer muchas reseñas y opiniones sabía que podía tener sus fallos, no
me quitaba las ganas de adentrarme en ella.
Estamos ante una historia con un personaje central,de
personalidad marcada y poderosa, que le llevan a vivir ciertas aventuras, siendo así como la autora
nos presenta las distintas sociedades mejicana, habanera y andaluza de la
época.
Mauro Larrea es un hombre hecho a si mismo. Español de nacimiento, escapó a Méjico con un hijo recién nacido y una hija
pequeña. Allí trabajando en las entrañas
de la mina, pidiendo dinero a explotadores, haciendo caso al instinto y
dejándose la piel en cada inversión, hizo una fortuna y consiguió que casi se olvidaran de su origen español
en un país que había dejado de ser colonia y que vivía pendiente de la guerra
fratricida que se desarrollaba al norte.
Pero su carácter
impulsivo le lleva a hacer negocios arriesgados, a salvar a su familia a
costa de cualquier cosa. Y es gracias a
esto, como tenemos la historia de “La templanza”.
Si en “El tiempo entre costuras” teníamos a personajes
valientes que podían haber formado parte de esa historia silenciosa de
Europa, aquí tenemos a tahúres, tramposos, valientes y luchadores que hacían lo
que podían en una tierra en la que estaba todo por hacerse y donde la gente iba
a sobrevivir. Un viaje de ida y vuelta lleno de aventuras y de incierto futuro.
La autora domina con maestría la figura del personaje
secundario. Este libro no sería nada sin
Santos Huesos, el indio que acompaña continuamente a Mauro Larrea. Se refiere a él como un Sancho Panza, y en
cierto modo es así. Pero no solo es este
personaje el que da carácter y forma a la trama. Son muchos los que van conformando la red que
se teje alrededor del personaje principal,
tenemos a usureros, familias con dinero en busca de inversiones nuevas,
familias viejas atadas a esa España que va perdiendo territorios, otros que
trapichean con lo que tengan delante aunque sean vidas humanas, matrimonios
infelices… Aunque llegado el final de la novela me sobra el hijastro de Soledad
Montalvo y alguna que otra escena que resulta un tanto excesiva.
Pero hay algo que me ha faltado en esta historia y que si
encontré antes. La narración se me ha
hecho densa, he tardado casi un tercio del libro en encontrar el tono. Y aunque
mi interés en las aventuras del protagonista eran las suficientes para seguir
leyendo, tenía que hacer un esfuerzo en el primer tercio. No me han molestado
las alusiones al pasado del protagonista, es algo necesario y que se agradece.
Tampoco las descripciones. Era algo que
no se muy bien cómo definir, que quizá tenga que ver con el tipo de lenguaje.
“La Templanza” me ha parecido una novela con un personaje
principal que merece la pena, de carácter fuerte y atrayente, aunque al final
pierda un poquito de fuelle por eso del amor.
Está acompañado de otros personajes con los que el lector se queda, son
de esos que te llaman la atención y que no desentonan al lado de Mauro Larrea. Con una trama muy bien ambientada y que me ha
resultado curiosa. Me ha gustado pasear
por los palacetes de Méjico y también por sus tugurios, ver las diferencias con
las luminosas calles de la Habana para luego terminar en un Jerez que huele a
vino y a calma.
Una novela de la que quizá esperaba más pero que no me arrepiento
de haber leído y que a pesar de todo he disfrutado.