lunes, 20 de noviembre de 2017

Reseña: El mundo de ayer de Stefan Zweig






Título: El mundo de ayer
Autor: Stefan Zweig
Editorial: El acantilado
Género: Autobiografía

Sinopsis

El mundo de ayer es uno de los más conmovedores y atractivos testimonios de nuestro pasado reciente, escrito además con mano maestra por un europeo empapado de civilización y nostalgia por un mundo, el suyo, que se iba desintegrando a pasos agigantados. Escritor extraordinariamente popular y testigo de excepción de los cambios que convulsionaron la Europa del siglo XX entre las dos guerras mundiales, Zweig recuerda, desposeído y en tierra extraña - en unas circunstancias personales de insospechado dramatismo -, los momentos fundamentales de su vida, paralela en mucho a la desmembración de aquella Europa central que se quería más libre y segura, al abrigo de la locura y la tormenta. El resultado es un libro capital, uno de los mejores de Zweig y referencia inexcusable para entender los desvaríos de un siglo devastador

A Stefan Zweig lo estudié en la universidad.  Pero como suele pasar con estas cosas, entre las prisas, las lecturas obligadas, las explicaciones un tanto rápidas (los profesores que te gustan más, los que te gustan menos y todo eso), digamos que no lo disfruté como debía y en realidad, guardo mas recuerdo de otros autores que de él.  Pero hace unos días, vi esta novela en Instagram y pensé que era el momento oportuno de adentrarme en ella, además hacía poco que había leído Tú no eres como otras madres y creí que sería interesante comparar las experiencias de ambas novelas.

“Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso —la monarquía de los Habsburgos— pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que huir como un criminal antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de provincia alemana. En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas. Para mi profundo desagrado, he sido testigo de la más terrible derrota de la razón y del más enfervorizado triunfo de la brutalidad de cuantos caben en la crónica del tiempo; nunca, jamás (y no lo digo con orgullo sino con vergüenza) sufrió una generación tal hecatombe moral, y desde tamaña altura espiritual, como la que ha vivido la nuestra.”

Nada más empezar a leer supe que El mundo de ayer me gustaría. La manera en que está narrada, con una sencillez apabullante que no oculta un lenguaje rico, cómo retrata las distintas épocas, el paso del siglo XIX al XX,  los ambientes literarios, los cambios políticos y sociales, sus pensamientos a veces irónicos, otros tristes, otros inmensamente prácticos...
El libro está escrito en 1941 (el autor moriría en 1942) y en numerosas ocasiones hace alusión al momento en el que lo narra.  Ese momento horrible en el que los nazis campan a sus anchas por Europa.  La narración no es lineal, el autor hace saltos en esos capítulos divididos en temas, cada uno centrado en una etapa de su vida,  pero que no duda en ningún momento con avanzar si es necesario (aparece un autor, político, personaje, etc que será significativo mas adelante).

En la novela nos presenta la evolución de la sociedad, desde ese mundo cerrado y seguro de finales del siglo XIX, que valoraba la edad y la experiencia, donde las ropas representaban tan bien el modo de pensar y donde la educación era estricta.  Es curioso como compara toda esa rectitud con la libertad que se respiraba en los años previos a la guerra, donde se vestía distinto, donde se podía hacer deporte, donde se valoraba el ímpetu de la juventud.  Me ha gustado especialmente el hincapié que hace en la educación estricta que hace de la mujer en aquellos años, una educación que no dejaba que fuera libre y como alaba a esas otras mujeres que comenzaban a expresarse libremente.

"Nuestra pasión consistía precisamente en descubrir antes que nadie lo mas reciente, lo rabiosamente nuevo, lo mas extravagante e inusual, aquello que nadie (y menos aun la crítica literaria oficial de nuestros dignos periódicos) había tratado de forma exhaustiva."

Stefan Zweig nos muestra los nuevos movimientos literarios de una Europa que empezó a abandonar la rigidez, donde los cafés arropaban esas mentes, y donde de ambientes marginales surgían grupos que en libertad y compartiendo ideas, artes distintas, e incluso lenguas diferentes, revolucionarían Europa.

Desde un punto de vista personal, me ha gustado ver cómo hablaba de Rilke y Joyce, dos figuras importantes en su vida y que, como lectora, he disfrutado con su visión.  Del primero destacaba su sensibilidad extrema y del segundo su don de lenguas y su búsqueda continua de una patria lingüística donde refugiarse (idea curiosa, sin duda).  Pero también destacaría esas figuras olvidadas por la historia y la literatura que el autor rescata, aquellos sin los que los grandes no estarían en nuestras mentes: escritores que les ayudaron, pequeños editores, directores de revistas que mas tarde desaparecieron, traductores... Para mi, que el autor recuperara estas figuras ha resultado realmente emocionante.

Al mismo tiempo Zweig es un hombre viajado, cultivado, leído  (pese a que su concepto de la universidad como medio formativo no sea muy bueno). Nada mas terminar el Gimnasium, previo a la universidad, viajó a Alemania (a Berlin), de allí a Bruselas, mas tarde París, después Londres... En todos los lugares se mezcló con aquellos que le pudieran aportar conocimiento, ya se dedicaran a la literatura  o otro tipo de arte.  En Berlin, cuando vio que sus escritos eran como los demás, que no eran especiales decidió dejar de escribir  y dedicarse a traducir siguiendo el consejo de un amigo.  Esto le supuso el aprender otros modos de trabajo y un respeto por la lengua que le ayudaría mas adelante.

Pero si algo he de destacar es su visión de la historia, de su análisis entre lineas de unos años que, como él dice, cambiaron la sociedad.  

"El primer espectro de esa guerra que nadie quería, ni la gente ni el gobierno, aquella guerra con la que los diplomáticos habían jugado y faroleado y que después, por chapuceros, se les había escurrido entre los dedos en contra de sus propósitos, había desembocado en un repentino entusiasmo. Se formaban manifestaciones en las calles, de pronto flameaban banderas y por doquier se oían bandas de música, los reclutas desfilaban triunfantes, con los rostros iluminados, porque la gente los vitoreaba, a ellos, los hombrecitos de cada día, en quienes nadie se había fijado nunca y a quienes nadie había agasajado jamás."

Resulta triste su regreso a casa, a una casa, a un país que ya no forma parte de un Imperio, que ha sido formado sin pedirlo, que ha de aprender a ser y que, destrozado, ha de levantarse.  La forma que tiene el autor de hablar de esta nueva Austria es increíble y emociona.  Como emociona leer sobre ese París luminoso en contraposición de un París invadido, de un Berlín alegre a otro perdido en una horrible recesión y finalmente, invadido por hordas vociferantes.

"Miles de parados deambulaban ociosos por las calles y levantaban el puño contra los estraperlistas y los extranjeros en sus automóviles de lujo que compraban una calle entera como si fuera una caja de cerillas."

Zweig no solo habla de las guerras, de los cambios políticos, también se refiera a la evolución en las comunicaciones, en la técnica, en como esto influye en nosotros.  Habla de su generación y de las posteriores, como seres que son plenamente conscientes de la inseguridad, de que nada es permanente, no solo por lo que sucede al lado sino por que, gracias a la tecnología, sabemos en el momento los horrores de la otra punta del mundo.  Y esto, para un hombre que creció en una sociedad segura es destacable.

Desde luego, enfrentar su vida, la literatura, el arte, la guerra, el ansia de vivir, con la sin razón del ser humano, es lo que mas llama de todo esto.  Creo que su testimonio es interesante, necesario en su lectura, saber lo qué le pasó, como lo vivieron distintas personas, siempre es parte de lo que somos hoy en día.

Pero respiremos, siempre (y pese a todo) quedara la poesía, la literatura, el arte


"Siempre surgirán de nuevo estos poetas en un feliz regreso, porque, a pesar de todo, la inmortalidad concede de vez en cuando esa preciosa prenda incluso a la época mas indigna."
Estantes de papel