Autor: Anne Brontë
Editorial: Alba
Colección: Minus
Género: narrativa-clásicos
Num pags: 604
Sinopsis
Tras muchos años de abandono, la ruinosa mansión de Wildfell
Hall es habitada de nuevo por una misteriosa mujer y su hijo de corta edad. La
nueva inquilina –una viuda, al parecer –no tarda, con su carácter retraí-do y
poco sociable, sus opiniones a menudo radicales y su extraña, tris-te belleza,
en atraer las sospechas de la vecindad, y a la vez la rendida admiración de un
joven e impetuoso agricultor. Pero la mujer tiene, en efecto, un pasado...más
terrible y tortuoso si cabe de lo que la peor de las murmuraciones es capaz de
adivinar.
La inquilina de Wildfell Hall (1848), segunda y última
novela de Anne Brontë, une al bello relato de un amor prohibido e invernal el
retrato intensísimo del fracaso de un matrimonio degradado por el abuso y la
violencia, descrito “con una predilección morbosa por lo grosero, cuando no
brutal” que escandalizó y repugnó a sus contemporáneos. De hecho, todavía hoy,
la dureza, audacia y auténtico rigor de esta novela siguen siendo igual de
sorprendentes y desafiantes.
Opinión
Se puede decir que con Anne Brontë tenía una deuda desde que
leí su otra novela, Agnes Grey. Su
escritura entonces me enganchó, pero han pasado bastantes años y ha sido ahora,
con esta edición de Alba Minus, cuando me he animado a leer un libro que ya con
sus sinopsis llama la atención.
La inquilina de Wildfell Hall levantó cierto revuelo en su
época y según parece Charlotte, hermana de la autora, no estaba muy conforme con la novela e incluso, la propia Anne, se vio obligada a especificar qué Bell (apellidos de
los pseudónimos con los que publicaban) era el que había escrito la novela,
dejando claro que Acton Bell no era Currer Bell.
En el prólogo de Anne
a la segunda edición. la autora se dirige a todos aquellos que critican su
excesivo realismo al retratar el mal o los seres con talante perverso:
“si tenemos que abordar la malignidad y personajes malignos,
mantengo que es mejor describirlos como son realmente que como a ellos les
gustaría parecer”
Estamos hablando de una mujer que según sus propias palabras
el objetivo de escribir la novela “no fue simplemente entretener al Lector, ni
tampoco proporcionarme un placer, y
menos aun congraciarme con la Prensa y el Público. Deseaba decir la verdad, porque la verdad
siempre comunica su propia moral a aquellos que son capaces de aceptarla.”
Es La inquilinade Wildfell Hall, una novela muy de su época y
muy de las Brontë en lo que a narración se refiere. Tenemos muchos elementos comunes que vemos en todas ellas, como la utilización del paisaje en la expresión de sentimientos, mujeres
inteligentes y con alguna capacidad intelectual o artística, exaltación de
sentimientos…Las descripciones son precisas y preciosas y el lenguaje mas accesible
de lo esperado.
Adaptación de 1996 Reino Unido |
La inquilina está narrada a dos voces. Por un lado tenemos un protagonista masculino, Gilbert, que a modo epistolar, cuenta a un amigo lo acaecido en su alma y en el pueblo donde reside tras la llegada de una misteriosa mujer que se instala en una casa largamente desocupada.
Se trata de un personaje que despierta la curiosidad y las habladurías de todos. Es una mujer que se relaciona poco. Ha llegado acompañada tan solo de un hijo
pequeño y una criada, parece ser viuda, pero poco más se sabe.
Gilbert se aventura a conocerla y lo que en un principio
empieza como una amistad, se torna en fascinación y más tarde en amor. Él no hace
caso de comentarios mal intencionados, comentarios que hacen alusión a
una relación de la mujer con un vecino cercano.
Gilbert solo ve en ella a un madre abnegada, a un mujer inteligente, con
un gran talento para pintar, que quiere estar tranquila y que no es esa otra que
la gente cuenta.
La segunda voz es la de la protagonista femenina, La señora
Graham, que mediante un diario nos desvelará lo que ha sido desde un principio
su vida, sus ilusiones por un matrimonio por amor, la realidad de este, lo feo,
su lucha, sus decepciones, sus miedos y frustraciones, lo inusual de sus deseos
de ser libre y valorada como esposa… Es esto y no otra cosa lo que hace de esta
novela algo especial y diferente. Hay
que tener en cuenta cuándo fue escrita, en
qué año y lo que Anne Brönte nos cuenta en estas páginas.
Me ha resultado curioso, salvando las cuestiones narrativas,
leer párrafos que le pueden leer en novelas escritas hoy con más de cien años
de diferencia. Esta es la maravilla de
La inquilina.
“Tengo necesidad del consuelo de mi hijo, porque (a este papel silencioso puedo confesárselo) en mi marido poco he encontrado. Le amo todavía, y él me ama a su manera, pero, ¡oh, qué, diferente del amor que podría haber dado y del que podría haber esperado recibir una vez! Qué pocas afinidades reales existen entre los dos.”
“Lamenta sus errores y sufrimientos, y me los imputa a m; él sabe que semejantes indulgencias afectan a sus salud y le causan más mal que bien; pero dice que soy yo quien le conduce a ello con mi conducta antinatural, antifemenina; será finalmente su ruina, pero todo es culpa mía…”
Conversación de la protagonista con un amigo de su marido. El con respecto a su mujer:
“Se positivamente que a veces la maltrato cuando he bebido demasiado, pero no puedo evitarlo, porque ella nunca se queja, ni en el momento ni después. Supongo que no le importa demasiado.”
Tenemos un retrato brutal de una sociedad que en el fondo no
se diferencia tanto en algunos momentos de la actual, en los cotilleos, los
comentarios, la facilidad en juzgar al otro, el miedo que esto puede producir
en personas que necesitan ese apoyo que no encuentran. El daño que hacen los celos, las envidias, las costumbres mal entendidas. Todo esto lo refleja la autora con la precisión de un bisturí. Si Jane Austen es alabada en sus novelas por la facilidad con la que refleja la sociedad que le rodea, Anne Bronte no se queda atrás en esta novela. Aquí podemos ver a los personajes y casi adelantarnos a lo que van a decir. Realmente es un "fresco" muy bien montado.
Y contamos con dos personajes principales tan bien construidos que no tienen fisuras. Personajes principales, que a la vez hacen de "maestros de ceremonias" y de desencadenantes para que todo se muestre ante nuestros ojos.
Y contamos con dos personajes principales tan bien construidos que no tienen fisuras. Personajes principales, que a la vez hacen de "maestros de ceremonias" y de desencadenantes para que todo se muestre ante nuestros ojos.
Gilbert es un hombre de su época, quizá más sensible,
adelantado, capaz de ver más allá, un hombre enamorado que en un momento actúa
como tal y al que no se puede juzgar. Me
ha gustado su temperamento tranquilo, pero con el nervio adecuado, capaz de
admitir sus errores y perdonar los de otros.
La señora Graham es una mujer culta, fuerte, que ha de
crecer, luchar, madurar. Los personajes
de las Brontë no son mujeres sumisas o débiles, pero este me ha
sorprendido. Es cierto que es una novela
con muchas alusiones religiosas, no podía ser de otro modo, pero no molesta y
en realidad la fuerza de la protagonista es interior y una cuestión de
justicia.
El señor Huntingdon y muchos secundarios que aparecen son productos de una época, que siguen pareciendo actuales en muchos momentos. Productos de una época y de una sociedad que no veía mal ciertas costumbres y comportamientos, que escondía la moralidad bajo la alfombra para ciertas cosas y de puertas adentro. Y esto es lo que aquí se saca a la luz, lo que está tan bien descrito y quizá por eso no puedo juzgar tan duramente a unos personajes inmersos en una sociedad que promueve ciertas cosas. Solo agradezco la luz que desprenden esos otros personajes que sí se dan cuenta de esos errores.
Es un novela para leer sin prisa, acomodándote al ritmo que imprime la escritura y así descubrir poco a poco sus giros, sus misterios. La historia está poblada de personajes y muchos tienen cosas que decir, vidas que descubrirnos. Para mi, el leerla con tranquilidad ha sido lo mejor que he podido hacer, así he podido disfrutar de su lenguaje y ver tranquila lo que sucedía ante mis ojos. Y también he podido imaginar el asombro que supuso en su época.
El señor Huntingdon y muchos secundarios que aparecen son productos de una época, que siguen pareciendo actuales en muchos momentos. Productos de una época y de una sociedad que no veía mal ciertas costumbres y comportamientos, que escondía la moralidad bajo la alfombra para ciertas cosas y de puertas adentro. Y esto es lo que aquí se saca a la luz, lo que está tan bien descrito y quizá por eso no puedo juzgar tan duramente a unos personajes inmersos en una sociedad que promueve ciertas cosas. Solo agradezco la luz que desprenden esos otros personajes que sí se dan cuenta de esos errores.
Es un novela para leer sin prisa, acomodándote al ritmo que imprime la escritura y así descubrir poco a poco sus giros, sus misterios. La historia está poblada de personajes y muchos tienen cosas que decir, vidas que descubrirnos. Para mi, el leerla con tranquilidad ha sido lo mejor que he podido hacer, así he podido disfrutar de su lenguaje y ver tranquila lo que sucedía ante mis ojos. Y también he podido imaginar el asombro que supuso en su época.
La recomiendo por lo que cuenta, por ver que ya hace mucho alguien
clamaba sobre esto en la literatura, que los libros sirven y cuentan
cosas. Y sobre todo porque es un libro
hermoso, leer este tipo de novelas es un placer solo por cómo están escritas. Si os animáis con ella, leer primero la novela y luego el prefacio de la autora, lo disfrutaréis mucho mas.
Por último dejo un pensamiento de Anne Bronte sobre los libros y la escritura.
Por último dejo un pensamiento de Anne Bronte sobre los libros y la escritura.
"en mi opinión, si un libro es bueno, lo es independientemente del sexo de quien lo ha escrito"