lunes, 28 de noviembre de 2016

Reseña: La mujer del teniente francés de John Fowles







Título: La mujer del teniente francés
Autor: John Fowles
Editorial: Anagrama
Colección: Otra vuelta de tuerca
Num pags: 448

Sinopsis
En la Inglaterra de 1867, el joven Charles Smithson conoce a Sara Woosroff, a la que llaman «la mujer del teniente francés». Entre ambos nace un amor apasionado que chocará con la rígida moral victoriana. Jugando ingeniosamente con las convenciones de la novela decimonónica, el autor construye un brillante libro que relata una pasión, recrea minuciosamente el período victoriano y propone una aguda reflexión sobre el sentido último de la literatura.


Opinión
De esta historia tenía unas pocas imágenes de la película que vi hace años donde por supuesto disfrutábamos de  ese fotograma icónico de una Meryl Streep increíblemente joven que mira a cámara rodeada de niebla.  Pero un día Lidia del blog Cielos de papel, que ya me conoce de sobra, me dijo que estaba leyendo un libro que seguro me iba a gustar.  Y así fue como comenzó una de las lecturas conjuntas más entretenidas que he tenido últimamente, gracias no solo a la compañía, sino también a una novela que ha logrado sorprenderme por ser más de lo que esperaba.  Aquí podéis leer su reseña.

De La mujer del teniente francés tenía la idea de una historia de amor, pero además de eso encontramos otras cosas.  Tenemos frases hilarantes, análisis de una época, de un modo de narrar, vemos autores, política, sociedad, pintores, el papel de la mujer…Tantas cosas.

En esta novela el autor ha creado una especie de microcosmos donde podemos ver  todos los estereotipos no solo de las novelas, sino de toda una época (el noble venido a menos, la prometida perfecta, la puritana, la rechazada por la sociedad, el amigo fiel, el criado que quiere salir de su puesto, la criada cotilla e interesada...) vemos la hipocresía, el intento de lucha, la nueva burguesía incipiente, la religión represora, el arte liberador…

En cuanto a la historia de amor, en un principio tampoco parece demasiado rompedor (no quiero avanzar mucho en la trama). Charles acude con su prometida a Lyme un pequeño pueblo con una sociedad bastante cerrada y con unas normas establecidas que rechaza lo distinto (ideas como "los gitanos no eran ingleses y por lo tanto eran caníbales").
Entre  Charles y Ernestina hay una diferencia de edad que, sin ser elevada, sí es notable.  Ernestina es dulce, educada, reservada, la joven ideal para un matrimonio correcto que desearía cualquier joven, además su dote es considerable y Charles, que lo único que puede aportar es un título, está necesitado de cierto aporte económico (aunque no de manera tan apremiante como en otras novelas victorianas).

Charles es el típico joven aristócrata dedicado más a la vida erudita y contemplativa que otra cosa.  Pendiente de la muerte de un tío para heredar un terreno y cierta posición, posee ciertas ideas que pese a parecer en cierto modo “modernas”,  no le acercan demasiado a la realidad de las cosas y del mundo que hay a su alrededor ("Pero el era un caballero. Y los caballeros no se dedican al comercio").  Hay ciertos momentos en los que el narrador es realmente cruel al retratarlo y es entonces cuando de manera un tanto perversa, he de reconocerlo, mas he disfrutado con el libro.

Un día paseando, la joven pareja ve una figura a lo lejos, una figura que llama poderosamente la atención de Charles. Es aquella a la que todos llaman “la mujer del teniente francés”, o incluso “la fulana del francés”.  Ernestina le cuenta la desgraciada historia de esta mujer, abandonada por su amante, que cada día acudía al muelle y miraba al horizonte esperando el regreso de un hombre que nunca llega.  Desde ese momento la vida de Charles queda atada a una mujer misteriosa de mirada penetrante y casi ausente que se clava en su alma.

"Sarah y Charles, sin saberlo, sufrían los mismos síntomas; admitiéndolos uno y negándolos el otro, aunque el que los negaba se sentía incapaz de alejarse"

Sara, la mujer que da título al libro, no es un personaje fácil y desde luego, está lleno de aristas y capas.  Este es quizá una de las cosas que más he disfrutado de la novela, los personajes.  John Fowles no ha escrito personajes planos y estos, siendo en cierto modo estereotipos de un tipo de novelas, consiguen salir de lo esperado y sorprendernos para bien o para mal.  Sara es una mujer de su época aunque no lo parezca, solo que no es una mujer común de su época y eso es algo que le aplaudo al autor.

Pero como ya he dicho antes, La mujer del teniente francés es mucho más que una historia de amor y es así gracias a un narrador maravillosoUn narrador, que no duda en dirigirse al lector directamente, en jugar con él y con la propia historia, proponiendo distintas posibilidades de la misma, hablando de los personajes, de la época en la que suceden los acontecimientos.  Un narrador que nos hace notar en que época está él para diferenciarse claramente de lo que narra y para hacernos mas comprensible lo narrado.  De este modo, vemos como compara a personajes de la novela con nazis, o situaciones sociales de la época victoriana con épocas más actuales (la obra fue publicada en 1969).   Este tipo de narrador me ha recordado a obras que me encantan como La princesa prometida y su ironía en cuanto al modo de contar la historia de amor o a referirse aciertos personajes, a autores como E.M Foster.

Mientras leía no podía evitar quedarme con ciertas frases ya fuera por su humor, por lo curioso o por lo sorprendente que me resultaran.  Mi compañera de lectura y yo comentábamos, a veces sorprendidas, algunas cosas de la trama, de los personajes, o frases del autor. Autor, que en muchas ocasiones nos jugaba alguna que otra mala pasada con "sus cosas" y sus "sorpresas".  Y es por esto por lo que digo que esta ha sido una de las lecturas más entretenidas.


"Tienen que estarse quietecitas, como los géneros en una tienda, esperando a que nosotros entremos, las examinemos y hagamos nuestra elección. Esa me gusta, me la llevo. Si transigen con esto, las llamamos decentes, respetables y modestas. Pero cuando uno de esto géneros tiene la impertinencia de hablar por si mismo..."
  (Conversación sobre las mujeres)

Pero a la hora de adentrarse en esta novela hay que tener clara una cosa, esta no es una lectura rápidaEs cierto que si se quiere se puede leer en nada, pero para disfrutarla hay que sentarse y meterse en sus páginas con calma, disfrutar con su ironía, sus referencias a momentos históricos, personajes, autores (cómo disfruté con la referencia a Hardy), pintores (la referencia final, buenísima que me hizo sonreir).  Es una novela detallista con miles de matices que se puede leer de mil maneras y que seguro cuando la relea (algo que haré sin duda) encontraré mil matices nuevos que esta vez se me han escapado.  Estas son las cosas que tienen las grandes historias, nunca dejas de sorprenderte ni de encontrar detalles entre sus líneas.
Agradezco inmensamente a Lidia el haberme animado a leerla, la experiencia de la lectura y el ser un “espíritu afín” en este mundo bloguero.

En fin, que la recomiendo a todo aquél que disfrute con la ironía, las historias de amor con algo más y los juegos narrativos.

Una pequeña maravilla.

Estantes de papel