lunes, 31 de julio de 2017

Reseña: La inquilina de Wildfell Hall de Anne Brontë






Título: La inquilina de Wildfell Hall
Autor: Anne Brontë
Editorial: Alba
Colección: Minus
Género: narrativa-clásicos
Num pags: 604

Sinopsis
Tras muchos años de abandono, la ruinosa mansión de Wildfell Hall es habitada de nuevo por una misteriosa mujer y su hijo de corta edad. La nueva inquilina –una viuda, al parecer –no tarda, con su carácter retraí-do y poco sociable, sus opiniones a menudo radicales y su extraña, tris-te belleza, en atraer las sospechas de la vecindad, y a la vez la rendida admiración de un joven e impetuoso agricultor. Pero la mujer tiene, en efecto, un pasado...más terrible y tortuoso si cabe de lo que la peor de las murmuraciones es capaz de adivinar.
La inquilina de Wildfell Hall (1848), segunda y última novela de Anne Brontë, une al bello relato de un amor prohibido e invernal el retrato intensísimo del fracaso de un matrimonio degradado por el abuso y la violencia, descrito “con una predilección morbosa por lo grosero, cuando no brutal” que escandalizó y repugnó a sus contemporáneos. De hecho, todavía hoy, la dureza, audacia y auténtico rigor de esta novela siguen siendo igual de sorprendentes y desafiantes.

Opinión
Se puede decir que con Anne Brontë tenía una deuda desde que leí su otra novela, Agnes Grey.  Su escritura entonces me enganchó, pero han pasado bastantes años y ha sido ahora, con esta edición de Alba Minus, cuando me he animado a leer un libro que ya con sus sinopsis llama la atención.
La inquilina de Wildfell Hall levantó cierto revuelo en su época y según parece Charlotte, hermana de la autora, no estaba muy conforme con la novela e incluso, la propia Anne, se vio obligada a especificar qué Bell (apellidos de los pseudónimos con los que publicaban) era el que había escrito la novela, dejando claro que Acton Bell no era Currer Bell. 
En el  prólogo de Anne a la segunda edición. la autora se dirige a todos aquellos que critican su excesivo realismo al retratar el mal o los seres con talante  perverso:

“si tenemos que abordar la malignidad y personajes malignos, mantengo que es mejor describirlos como son realmente que como a ellos les gustaría parecer”

Estamos hablando de una mujer que según sus propias palabras el objetivo de escribir la novela “no fue simplemente entretener al Lector, ni tampoco proporcionarme  un placer, y menos aun congraciarme con la Prensa y el Público.  Deseaba decir la verdad, porque la verdad siempre comunica su propia moral a aquellos que son capaces de aceptarla.”

Es La inquilinade Wildfell Hall, una novela muy de su época y muy de las Brontë en lo que a narración se refiere.  Tenemos muchos elementos comunes que vemos en todas ellas, como la utilización del paisaje en la expresión de sentimientos, mujeres inteligentes y con alguna capacidad intelectual o artística, exaltación de sentimientos…Las descripciones son precisas y preciosas y el lenguaje mas accesible de lo esperado.
Adaptación de 1996 Reino Unido
Lo que no es común a la época es lo que cuenta, no lo es en absoluto.

La inquilina está narrada a dos voces.  Por un lado tenemos un protagonista masculino, Gilbert, que a modo epistolar, cuenta a un amigo lo acaecido en su alma y en el pueblo donde reside tras la llegada de una misteriosa mujer que se instala en una casa largamente desocupada.
Se trata de un personaje que despierta la curiosidad y las habladurías de todos.  Es una mujer que se relaciona poco.  Ha llegado acompañada tan solo de un hijo pequeño y una criada, parece ser viuda, pero poco más se sabe.
Gilbert se aventura a conocerla y lo que en un principio empieza como una amistad, se torna en fascinación y más tarde en amor.  Él no hace  caso de comentarios mal intencionados, comentarios que hacen alusión a una relación de la mujer con un vecino cercano.  Gilbert solo ve en ella a un madre abnegada, a un mujer inteligente, con un gran talento para pintar, que quiere estar tranquila y que no es esa otra que la gente cuenta.

La segunda voz es la de la protagonista femenina, La señora Graham, que mediante un diario nos desvelará lo que ha sido desde un principio su vida, sus ilusiones por un matrimonio por amor, la realidad de este, lo feo, su lucha, sus decepciones, sus miedos y frustraciones, lo inusual de sus deseos de ser libre y valorada como esposa… Es esto y no otra cosa lo que hace de esta novela algo especial y diferente.  Hay que tener en cuenta cuándo fue escrita, en  qué año y lo que Anne Brönte nos cuenta en estas páginas.

Me ha resultado curioso, salvando las cuestiones narrativas, leer párrafos que le pueden leer en novelas escritas hoy con más de cien años de diferencia.  Esta es la maravilla de La inquilina.

“Tengo necesidad del consuelo de mi hijo, porque (a este papel silencioso puedo confesárselo) en mi marido poco he encontrado. Le amo todavía, y él me ama a su manera, pero, ¡oh, qué, diferente del amor que  podría haber dado y del que podría haber esperado recibir una vez! Qué pocas afinidades reales existen entre los dos.”

“Lamenta sus errores y sufrimientos, y me los imputa a m;  él sabe que semejantes indulgencias afectan a sus salud y le causan más mal que bien; pero dice que soy yo quien le conduce a ello con mi conducta antinatural, antifemenina; será finalmente su ruina, pero todo es culpa mía…”

Conversación de la protagonista con un amigo de su marido.  El con respecto a su mujer:
“Se positivamente que a veces la maltrato cuando he bebido demasiado, pero no puedo evitarlo, porque ella nunca se queja, ni en el momento ni después. Supongo que no le importa demasiado.”

Tenemos un retrato brutal de una sociedad que en el fondo no se diferencia tanto en algunos momentos de la actual, en los cotilleos, los comentarios, la facilidad en juzgar al otro, el miedo que esto puede producir en personas que necesitan ese apoyo que no encuentran.  El daño que hacen los celos, las envidias, las costumbres mal entendidas.  Todo esto lo refleja la autora con la precisión de un bisturí.  Si Jane Austen es alabada en sus novelas por la facilidad con la que refleja la sociedad que le rodea, Anne Bronte no se queda atrás en esta novela.  Aquí podemos ver a los personajes y casi adelantarnos a lo que  van a decir.  Realmente es un "fresco" muy bien montado.

Y contamos con dos personajes principales tan bien construidos que no tienen fisuras.  Personajes principales, que a la vez hacen de "maestros de ceremonias" y de desencadenantes para que todo se muestre ante nuestros ojos.

Gilbert es un hombre de su época, quizá más sensible, adelantado, capaz de ver más allá, un hombre enamorado que en un momento actúa como tal y al que no se puede juzgar.  Me ha gustado su temperamento tranquilo, pero con el nervio adecuado, capaz de admitir sus errores y perdonar los de otros.
La señora Graham es una mujer culta, fuerte, que ha de crecer, luchar, madurar.  Los personajes de las Brontë no son mujeres sumisas o débiles, pero este me ha sorprendido.  Es cierto que es una novela con muchas alusiones religiosas, no podía ser de otro modo, pero no molesta y en realidad la fuerza de la protagonista es interior y una cuestión de justicia.

El señor Huntingdon y muchos secundarios que aparecen son productos de una época, que siguen pareciendo actuales en muchos momentos. Productos de una época y de una sociedad que no veía mal ciertas costumbres y comportamientos, que escondía la moralidad bajo la alfombra para ciertas cosas y de puertas adentro.  Y esto es lo que aquí se saca a la luz, lo que está tan bien descrito y quizá por eso no puedo juzgar tan duramente a unos personajes inmersos en una sociedad que promueve ciertas cosas.  Solo agradezco la luz que desprenden esos otros personajes que sí se dan cuenta de esos errores.

Es un novela para leer sin prisa, acomodándote al ritmo que imprime la escritura y así descubrir poco a poco sus giros, sus misterios.  La historia está poblada de personajes y muchos tienen cosas que decir, vidas que descubrirnos.  Para mi, el leerla con tranquilidad ha sido lo mejor que he podido hacer, así he podido disfrutar de su lenguaje y ver tranquila lo que sucedía ante mis ojos.  Y también he podido imaginar el asombro que supuso en su época.

La recomiendo por lo que cuenta, por ver que ya hace mucho alguien clamaba sobre esto en la literatura, que los libros sirven y cuentan cosas.  Y sobre todo porque es un libro hermoso, leer este tipo de novelas es un placer solo por cómo están escritas.  Si os animáis con ella, leer primero la novela y luego el prefacio de la autora, lo disfrutaréis mucho mas.

Por último dejo un pensamiento de Anne Bronte sobre los libros y la escritura.

"en mi opinión, si un libro es bueno, lo es independientemente del sexo de quien lo ha escrito"

Estantes de papel