jueves, 5 de noviembre de 2015

Reseña: La estación de las flores en llamas de Sarah Lark







Título: La estación de las flores en llamas
Autor: Sarah Lark
Editorial: EdicionesB
Colección: Landscape
Num pags: 832

Sinopsis

Mecklemburgo, 1837: el sueño de una vida mejor convence a los familiares de Ida de emigrar a Nueva Zelanda. Pero cuando el barco Sankt Pauli llega por fin a la Isla Sur, a todo su pasaje le espera una sorpresa desagradable.
¿Así es realmente la tierra prometida? Pronto el destino de Ida toma un giro tan inesperado como el de su amor secreto hacia Karl. Y por algún motivo, en esa tierra Ida solo encuentra amistad y protección en la exótica y singular Cat, una chica criada entre maoríes… Hasta que llega la noche de la gran inundación.


Opinión personal

Estamos ante la primera novela de la nueva trilogía de Sarah Lark y si he de ser sincera,  aunque la autora tiene una forma de escribir que engancha, no estaba del todo convencida de enfrentarme de nuevo a otra de sus aventuras.  Pero una portada que me llamó poderosamente la atención (hay que reconocer que el diseño es realmente bonito) y una sinopsis que promete, terminaron por convencerme.

La acción se desarrolla entre las dos islas
“La estación de las flores en llamas” es un viaje en el que acompañamos a tres personajes realmente atractivos, sobre todo dos de ellos.  La idea de que habitantes de un pequeño pueblo alemán de profundas tradiciones e ideas Luteranas, quieran llevar todo aquello a la lejana Nueva Zelanda en 1837 no deja de resultar interesante. 


Ida es una joven alemana de familia tradicional, de carácter despierto e inteligente y que pese a poseer un espíritu inquieto, se ve abocada a obedecer los designios familiares de matrimonio y futuro en otro país.  Sus sentimientos ocultos se centran en Karl, un  jornalero de futuro incierto, que es capaz de emigrar sin apenas nada y sin promesas de un pedazo de tierra,  solo para estar al lado de la mujer a la que quiere.

Son estos dos personajes, los que sirven a Sarah Lark para reflejar el modo en que algunos colonos llegaron a aquellas tierras, sus costumbres, sus actos y la manera en que muchos fueron engañados y tuvieron que salir adelante.

El personaje de Ida es quizá el que menos me gusta de los tres protagonistas, pero aun así es comprensible en todos sus actos.  Es una mujer criada y educada en un entorno determinado, con unas creencias claras y con unas pautas de obediencia muy fijas.  Es en esta nueva tierra donde descubre a través del dolor, de la decepción, la amistad y la libertad, un nuevo “yo” que la hará ser fuerte.  Me ha costado conectar con ella en los momentos egoístas, dependientes, en esos en los quería que espabilara de una vez.  Pero la autora ha sabido construir un personaje de una evolución lógica y coherente.


Karl es de esos personajes a los que tienes que adorar, un hombre que hecho a si mismo, que lucha por su destino, por mejorar con los medios que tiene a su alcance y que nunca se rinde ante lo que se propone.  Memorable es su manera de aprender inglés frente a la cerrazón de aquellos que creían que lo mejor era encerrarse en sus propias comunidades.  Un personaje que me ha conquistado.


Lo mismo que ocurre con Cat, criada en Nueva Zelanda y mezcla de culturas.  Un personaje entre dos mundos que entiende el poder de la tierra y de los espíritus, que enseña a Ida lo que es importante y que lucha permanentemente por encontrar su sitio.  Cat ese personaje libre, que ama, lucha y sobrevive en un país que la cuestiona por ser quien es.   
                                                                               
Flor que da nombre a la novela


"Si me preguntaras 
 qué es lo mas importante del mundo,
esta sería mi respuesta:
Los seres humanos, los seres humanos, los seres humanos." 

                 Sentencia maorí

Junto a estos tres personajes una galería de secundarios que ayudan a crear una historia con una gran dosis de aventura, traiciones,  aprendizaje,  lucha,  amor y coraje.  Entre ellos destacan: Ottfried, marido de Ida, de carácter no muy luchador ni apto para lo que tiene encomendado, Chris Fenroy un hombre criado en Australia que trabaja de intérprete con los maoríes, Jane hija del empresario encargado de vender las tierras a los colonos y una mujer de sentimientos bastante complejos.
Estos y otros, son los que nos llevarán a adentrarnos en esta interesante historia en la que los maoríes fueron engañados,  al igual que muchos colonos, en una época donde para algunos los escrúpulos no existían.
La premisa de reflejar  la lucha de los colonos por sobrevivir a riadas,  sus tradiciones, sus prejuicios,  junto a la mentalidad maorí con su manera de ver la naturaleza y la propiedad,  está resuelta con tal naturalidad que me ha hecho muy entretenida su lectura.

Sarah Lark ha conseguido con esta novela que sus más de ochocientas páginas se me hagan cortas, que me costara dejar de leer por muy tarde que fuera  y que tenga muchas ganas de saber qué me depara la segunda parte de esta trilogía. 

Una novela muy recomendable
Estantes de papel