Autor: Lis Haley
Editorial: Cristal
Num pags: 254
Sinopsis
¿Qué sucede cuando la fría tormenta te zarandea con tanta furia que llegas a conformarte con una simple tregua?
La respuesta la tiene Rachel Simmons, que, como todo aquel sin nada que perder, se conforma con unos tenues rayitos de sol mientras espera la siguiente tormenta.
Ha tomado como abrigo la ironía y, como salvavi das, los dibujos que tatúa en los cuerpos que se acercan al estudio en el que trabaja. Pero ninguna de estas armas puede resistirse a Stephen, un atractivo arqueólogo al que nada le gusta tanto como el riesgo y el peligro. ¿Cómo iba si no a acercarse a Rachel?
¿Qué sucede cuando la fría tormenta te zarandea con tanta furia que llegas a conformarte con una simple tregua?
La respuesta la tiene Rachel Simmons, que, como todo aquel sin nada que perder, se conforma con unos tenues rayitos de sol mientras espera la siguiente tormenta.
Ha tomado como abrigo la ironía y, como salvavi das, los dibujos que tatúa en los cuerpos que se acercan al estudio en el que trabaja. Pero ninguna de estas armas puede resistirse a Stephen, un atractivo arqueólogo al que nada le gusta tanto como el riesgo y el peligro. ¿Cómo iba si no a acercarse a Rachel?
Stephen ha vivido y ha sobrevivido, y se ha empeñado en
enseñarle a Rachel la diferencia. Sabe que no puede evitar la tormenta, pero
está dispuesto a cogerla de la mano mientras pasa… Aunque ella esté convencida
de que este tipo de historias no existen.
Opinión
En la anterior novela, “Un millar de flores” conocíamos la
historia de Kaori y Victor, personajes que también aparecen en esta novela.
Ahora le toca el turno a otro miembro del grupo de amigas, Rachel.
Estamos ante una historia romántica de corte actual llena de
humor, diálogos divertidos y con una protagonista nada convencional.
Rachel es una mujer cuya vida se ha visto condicionada por
el hecho de haber sido abandonada dos veces.
Por su padre antes de nacer y por su madre a los diez años. Esto y el haber crecido teniendo que valerse
por si misma, hacen de ella una persona con un carácter duro y un tanto
difícil. Solo confía en Baxter, un
hombre que la “rescató” al encontrarla robándole dinero de la caja a la edad de
catorce años. Él es lo más cercano a una
familia, pero aun así no confía lo suficiente para abrirse del todo.
Es precisamente su carácter volátil lo que la lleva a tener que mudarse de ciudad y cambiar de trabajo. Allí es donde conoce a Stephen, hermano de una de sus amigas y un hombre que, desde un principio, la sacará de sus casillas y atraerá al mismo tiempo.
Es precisamente su carácter volátil lo que la lleva a tener que mudarse de ciudad y cambiar de trabajo. Allí es donde conoce a Stephen, hermano de una de sus amigas y un hombre que, desde un principio, la sacará de sus casillas y atraerá al mismo tiempo.
Stephen es una especie de Indiana Jones acostumbrado a ligar
con mujeres despampanantes, que no ve nada atractiva a esa mujer monjil en la
que se ha tenido que convertir Rachel para esconderse. Poco después se da cuenta de que no todo es
lo que parece.
Y así, entre encuentros, discusiones, carreras, diálogos
realmente divertidos, pullas y algún que otro puñetazo, discurre una trama que
resulta amena y entretenida, si consigues conectar con los personajes, algo que
en mi caso no ha pasado y que es un tema estrictamente personal.
He de decir que he tenido un verdadero problema con
Rachel, no he conectado con ella, no me
ha caído bien y cada vez que abría la boca estaba deseando cerrársela. Pero no se trata de un personaje mal construido,
solo que es un tipo que no va conmigo y que ha de estar retratado
de una determinada manera para que consiga atraerme. Quizá el tema está, en que precisamente está tan bien retatado que por eso no puedo con ella.
Luego tenemos el tema del flechazo entre los protagonistas, demasiado
rápido e irreal. Cierto que hay
atracción física, eso es innegable, pero en dos días no se puede hablar de amor
eterno. La trama está narrada de forma
rápida y sin demasiado desarrollo ni de personajes o ambientación.
Así que, si alguien busca una novela más relajada, con una
evolución de la historia más pausada y
real, esta no es su novela. Pero si lo
que busca es evasión y risas, puede serlo.
Dejando a un lado mis pegas personales con la protagonista,
“Un millar de inviernos” es una novela para olvidarse, perderse en una historia
con mucho de irreal, reírse con diálogos divertidos y pasar un buen rato.