Este año tenía un poco complicado lo de ir a la Feria y no
lo supe hasta el último momento. Vamos,
que hasta hora y media antes de la hora prevista del sábado no llamé a Sandra de Mis romances encontrados y la dije que
iba. Ella que es un sol, decidió
esperarme en su parada de metro para ir juntitas en amor y compañía.
Allí pasamos una mañana genial con esas personas a las que jamás
nos cansamos de ver y con las que el tiempo siempre se hace corto (lástima que apenas pudiéramos estar con Nieves, pero siempre es un gustazo verla aunque sean 5 minutos). Arreglamos el
mundo como veinte veces y le dimos un repaso al sector editorial de cabo a
rabo. Las risas fueron muchas y el buen
rollo inmenso.
Luego toco caminata, comida y vuelta a las casetas para la
llegada del trauma. Y es aquí cuando yo
me planteo para que voy. Es aquí donde
sufro, mucho, muchísimo.
Allá donde mirara se me antojaba algo, era horrible. Y mas ahora, con la tentación añadida de mi
vena lectora juvenil. Los libros de la
saga “Lux” me parecían monísimos, pese a que ya los había leído, los de Percy
Jackson y los Dioses del Olimpo con su pasta dura y esas portadas, ya ni os
cuento, vi el de “Ángeles caídos” y me tuve que contener. En la caseta de Oz editorial me compré el de “Susurros” y muy
majos ellos, me dieron las tarjetitas con las portadas de los libros de la serie
(lástima que faltara la del segundo con lo que me gusta). Me quedé con las ganas de un libro de suspense llamado "La hermana" que tiene muy buena pinta (ya veremos que pasa con el, no digo nada...)
En Anagrama se me iban los ojos al libro “Cómo ser mujer” de
Caitlin Moran, pero no lo tenían en la edición de Compactos que era la que yo
quería. En Salamandra decidí no mirar, ni en Maeva, Alfaguara... que penita madre...
Y llegó la caseta de Impedimenta. ¿Habéis comprado alguna vez alguno de sus
libros? Son una preciosidad (caretes , pero una pasada) valen lo que
cuestan. Allí cayó “El unicornio” de
Iris Murdoch, libro que me apetecía mucho leer.
El encargado fue muy amable recomendándome un libro de Brian Moore que dejaré para otra ocasión
(pude resistir la tentación ¡bien!), aunque seguro que no podré aguantar mucho.
Así que sí, ir a la Feria del Libro es una pequeña
tortura. Muchos libros, poco dinero,
poco tiempo, poco de todo. Pero muchas
risas, muy buen rollo, buena gente y
sobre todo ganas de repetir al año que viene.